domingo, 17 de marzo de 2013


ACTIVIDADES : Etpa del Progresismo.
 
Documento tomado de: ECUADOR: LAS RAICES DEL PRESENTRE, Universidad Andina Simón Bolívar; Taller de Estudios Históricos (TEHIIS), DIARIO LA HORA.pag.122-127.
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Señor estudiante lea detenidamente el documento y responda el cuestionario.
 
De la "República Católica" hacia la Revolución Liberal
 
 
  La transición al Estado liberal: Veintimilla y los gobierno progresistas (1875-1895)
Panorama histórico
 
Veintimilla en el poder
 
Luego de la muerte de García Moreno, se inicia en el país una nueva etapa de sus historia conocida tradicionalmente como la "etapa progresista", porque durante gran parte de la misma gobernó el progresismo, movimiento político de tendencia centrista conservadora, que en su momento se opuso al sistema de control rígido del garcianismo, y que colocó inmediatamente en el poder a Antonio Borrero (1875-1876), rico propietario cuencano, partidario de García Moreno, durante los primeros años de su administración. Borrero, luego del breve interinazgo de Manuel de Ascázubi, Ministro de Interior del gobierno garciano, fue elegido democráticamente presidente por una amplia mayoría que esperaba introdujera las reformas legales a la Constitución del régimen anterior. Legalista en extremo y poco político, se negó a reformar el aparato jurídico heredado de García Moreno y en consecuencia fue destituido por un golpe de Estado, liderado por el General Ignacio de Veintimilla, que se proclamó dictador (1876) con el auspicio de los liberales guayaquileños, entro otros Pedro Carbo y José María Urvina.
 
Al poco tiempo y en orden a legitimar su poder, Veintimilla convocó a una Asamblea Constituyente que reunida en Ambato le nombró Presidente (marzo de 1878) y redactó una nueva Constitución, la novena del país.
 
Dos momentos claramente diferenciados caracterizaron el gobierno de Veintimilla. Durante el primero, el régimen ­que se proclamó partidario de las ideas liberales­ enfrentó una abierta oposición conservadora liderada por la Iglesia Católica, opuesta a hacer concesiones que comprometieran la continuidad de su dominio ideológico. El máximo enfrentamiento con la Iglesia ocurrió cuando fue envenenado al Arzobispo de Quito José Ignacio Checa y Barba, hecho que aprovecharon sus opositores para levantar testimonios en su contra y acusarle del crimen. En cambio, durante el segundo ­cuando su gobierno empezó a apartarse del contenido ideológico liberal­ debió enfrentar la abierta oposición no sólo de los sectores conservadores sino de los liberales, que se sintieron traicionados por las ideas personalistas y dictatoriales que el régimen asumió, contra toda previsión de éstos, sus iniciales aliados. Así, cuando en 1882 Veintimilla desconoció el orden constitucional proclamándose jefe supremo, ambos sectores coaligados terminaron por destituirlo, tras una cuenca guerra civil, conocida como la "Campaña de la Restauración", el 9 de julio de 1883.
 
Entre otras cosas, el crecimiento económico de país, sin precedentes en el siglo XIX, le permitió, pese a la oposición, sostenerse por tanto tiempo en el poder, ya que a través de un gasto público dispendioso, encontró, entre algunos sectores, especialmente el militar, el respaldo político que necesitaba. La represión desatada en contra de sus enemigos políticos también jugó un papel importante en el mismo sentido.
 
Los gobiernos "Progresistas"
Sin embargo, en el marco de la definitiva inserción del Ecuador a la economía mundial, la función del Estado debía estar encaminada a favorecer la continuidad del proceso de modernización iniciado ya por el régimen de García Moreno. Por lo tanto, otra vez aliadas conyunturalmente las élites, depusieron a Veintimilla y colocaron en el poder a José María Plácido Caamaño, guayaquileño, vinculado a los intereses de los grandes cacaoteros y comerciantes del puerto. Caamaño fue elegido por una Asamblea Constituyente, que se encargó de redactar otra Constitución, que introdujo ahora sí importantes reformas legales de sello democrático, en abierta oposición a la opresora Constitución garciana.
 
La elección de Caamaño fue el resultado de la estrecha alianza entre conservadores y liberales moderados quienes, distanciados, respectivamente, de los conservadores a ultranza y de los liberales radicales, se organizaron bajo un programa ideológico basado en la tolerancia religiosa, el republicanismo y las garantías constitucionales.
 
Con la elección de Caamaño (1883) y posteriormente con la de Antonio Flores (1888) y la de Luis Cordero (1892) se selló el predominio ideológico del progresismo, tendencia, opuesta al liberalismo radical, en el sentido de que rechazó la separación de la Iglesia con el Estado, que aquel defendía.
Durante el gobierno de Caamaño, y pese a su filiación doctrinal, se desató una dura represión en contra de los liberales radicales, quienes, dirigidos por Alfaro, organizaron un movimiento insurreccional de carácter montonero, que actuó principalmente en el litoral (Manabí, Guayas y Esmeraldas). La llamada "Revolución de los Chapulos", cuyos protagonistas fueron en su mayoría campesinos y artesanos, no fue fácilmente sofocada; la contrario, duró los cuatro años de la gestión presidencial y le significó al gobierno el desembolso de ingentes sumas de dinero por concepto de gastos militares, que consiguió por la vía del endeudamiento público con la banca privada, principalmente de Guayaquil.
 
 
Población del Ecuador en las últimas décadas del siglo XIX

Un millón de habitantes
Un millón de personas habitaron el Ecuador hacia 1890. A pesar de que un 75% de esa población aún estaba concentrada en la Sierra, la población de la Costa, que había representado menos del 7% del total un siglo antes, venían en continuo crecimiento, Guayas era la sexta provincia entre la más pobladas y Guayaquil tenía ya casi la misma población que Quito (55.000) y se convertiría antes de fines del siglo en la ciudad más grande del Ecuador (60.000 habitantes).
Según un dato sobre el Ecuador de 1890 publicado en la época por la oficina de las Repúblicas Americanas (antecesora de la OEA), sólo 100.000 personas sabían leer y escribir, mientras que un viajero extranjero ensayaban una clasificación racial de la población en los siguientes términos: 100.000 personas de raza blanca, 300.000 mestizos ("mezcla de las razas blancas, india y negra") y 600.000 indígenas puros. Esta clasificación tradicional de la población ecuatoriana combinada con los datos del período, nos permiten visualizar particularmente la situación de "servidumbre y rebajamiento" en que, como dice el mismo viajero, vivía el indio, atado a la hacienda por la ley inexorable del concertaje.

"El indio es vejado y flagelado como lo eran los siervos de la gleba rusos, y hoy en día puede verse, colgando de las entradas de las tiendas de la "cristiana" Quito, manojos de látigos que se venden por diferentes precios, de acuerdo al tamaño que lo piden las niñas, las mujeres, los niños a los hombres", dice el mismo observador, George E. Church.

El pequeño grupo blanco concentra la propiedad y el poder político. Al menos un 75% de la tierra con títulos legales o consuetudinario estaba concentrado en manos de los grandes propietarios, entre ellos la Iglesia ().
Tomado de: Gonzalo Ortiz Crespo, "Población y Producción en las últimas décadas del siglo XIX", en Enrique Ayala Mora, Ed., Nueva Historia del Ecuador, Vol. 7, Corporación Editora Nacional / Grijalbo, Quito, 1990. Pp. 271.

En todo caso, con los progresistas en el poder, el Estado retornó la política de modernización material paralizada durante el gobierno de Veintimilla. Así, Caamaño se empeñó en impulsar de educación, en desarrollar las comunicaciones por medio de la instalación de las líneas de telégrafo entre Guayaquil y Quito, y también en reorganizar la administración pública y el sistema fiscal nacional.
Pero sin duda alguna, el máximo exponente de esta nueva tendencia fue Antonio Flores, quien sucedió en el poder democráticamente a Caamaño en 1888. El promovió un programa estatal de reformas liberales, que inclusive contó con el apoyo de los sectores más radicales de liberalismo. Flores estructuró su propuesta alrededor de dos ejes de acción fundamental. En lo político ­ ideológico: tolerancia religiosa y libertad de expresión y prensa, y en lo económico: promoción de la inversión extranjera y apoyo casi incondicional a la economía orientada a la agro-exportación.
El arreglo de la deuda externa, que García Moreno rechazó abiertamente, en la que Flores en cambio se interesó afanosamente, y la supresión del diezmo ilustran su política económica.
En orden a solucionar el problema de la deuda, Flores reinició las conversaciones con el Consejo Inglés de Tenedores de Bonos. Por este medio pretendía sanear el crédito público nacional, con el objeto de abrir al país la puerta a nuevos empréstitos que debían servir no sólo para estimular la producción interna, sino para financiar una estructura vial que acercara la producción agrícola de la costa con la sierra y viceversa. Los contratos fallidos con el empresario inglés Marcos Kelly, y luego con el conde Tadeo de Ocksza para la construcción del ferrocarril, que con empréstitos nacionales se habían ya iniciado durante el régimen garciano, dan cuenta de lo señalado.
  El gobierno de Flores logró que el Congreso ecuatoriano aprobará en 1891 un acuerdo con el Consejo de Tenedores de Bonos mediante el cual el Ecuador se comprometía a pagar la deuda, por medio del cobro de un nuevo impuesto del 10% a los derechos aduaneros.
  Igualmente, en 1833, logró que la constituyente suprimiera el diezmo, gravamen mediante al agricultor, desde la época colonial, estaba obligado a pagar el 10% a la producción agrícola (dos tercera parte el Estado). Contra el diezmo venían oponiéndose tiempo atrás los indígenas campesinos, quienes estaban más expuestos a pérdidas agrícolas ocasionadas por diversos factores (ya que el pago del diezmo no consideraba deducciones por ningún motivo) y a sufrir los abusos que cometían en su contra los recolectores del impuesto. Sin embargo, tal como lo expone Gonzalo Ortiz, a las quejas de los pequeños productores, se fue sumando el malestar de los grandes propietarios costeños, quienes obligadamente debían entregar a la Iglesia y al Estado una parte de las producción cacaotera, que podía ver vendida en el mercado internacional, con los consiguientes beneficios a percibir.
  Pero si su eliminación beneficiaba a los grandes propietarios costeños, en cambio afectaba a los intereses de los terratenientes serranos e indudablemente a los de la Iglesia, que, desde el Congreso y otras instancias, organizaron una abierta oposición en contra de la supresión. Los terratenientes serranos preferían un gravamen sobre la producción agrícola, y no sobre sus grandes extensiones de tierra, muchas de ellas improductivas, sobre las que el Congreso de ese año impuso "un impuesto anual de tres centavos sobre cada mil pesos del valor de la propiedad" (Ortiz: 1990Ñ260), impuesto diseñado para sustituir al diezmo.
  Una vez concluido al mandato presidencial de Flores, el desplazamiento de eje político volvió a favorecer a la tendencia centrista, ya que convocadas nuevas elecciones fue elegido Luis Cordero (1892), candidato oficial de dicha tendencia.
  Durante su gobierno, Cordero no obtuvo ni el apoyo de los conservadores ni el de los liberales, que se distanciaron del régimen, cuando éste, a diferencia de los que hiciera Flores, intentó limar las asperezas con la Iglesia y ganarse su respaldo.
  En el marco de tales enfrentamientos, un hecho conocido en la historia ecuatoriana como "la venta de la bandera nacional", le llevó a su destitución. Los resultados en esta ocasión favorecieron al liberalismo radical que, con el apoyo de los grandes propietarios guayaquileños, condujo al poder al General Eloy Alfaro.
  El progresismo y su modelo
Las economías regionales y la agroexportación
 En esta etapa, la historia del Ecuador se desarrolla en un marco internacional de profundas transformaciones económicas, principalmente como resultado del aparecimiento y consolidación de grandes empresas capitalistas transaccionales, empresas que en la búsqueda de mano de obra y materia prima abundante y barata se caracterizan por invertir parte de sus capitales más allá de las fronteras nacionales. Son años durante los cuales las pequeñas empresas capitalistas, imposibilitadas de competir con las grandes, van siendo paulatinamente absorbidas por éstas, produciéndose como resultado una enorme concentración de capitales y en consecuencia el aparecimiento de monopolio capitalista.
  Bajo estas condiciones económicas internacionales, la economía ecuatoriana durante estos años se incorporó definitivamente a la economía mundial debido al crecimiento masivo de las exportaciones cacaoteras que llevó a la consolidación del modelo de economía agroexportadora que favoreció a la oligarquía guayaquileña.
  Fueron años durante los cuales la exportación de este producto, creció significativamente. En 1890, el Ecuador exportó por este concepto 9'761.100 dólares, la cifra más alta alcanzada durante el siglo XIX (Acosta: 1995:48),
 Aunque el cacao influyó necesariamente sobre la vida económica ecuatoriana en general, el incremento de sus exportaciones condujo, no cabe duda, a una mayor especialización económica regional. Mientras en la costa la economía se orientó fundamentalmente a su producción y exportación, en la sierra (centro-norte y sierra-sur) la hacienda continuó siendo la forma productiva predominante. Ambas regiones presentaban rasgos económicos singulares, ya que la producción hacendataria del centro sirvió fundamentalmente para abastecer las necesidades del mercado interno, en cambio, el sur logró en algo articular su economía al mercado internacional, a través de la exportación de productos artesanales como los sombreros de paja toquilla y la tagua. Estas diferencias muestran que el país coexistían economías que generaron un desarrollo dispar al interior del mismo.
  Bajo estas circunstancias, las diferencias entre las élites regionales se polarizaron. Mientras la oligarquía costeña buscaba asegurar condiciones propias para su articulación con el mercado internacional, los terratenientes serranos intentaban mantener el predominio hegemónico de la hacienda e impulsar la incipiente rama artesanal que exigía que desde el Estado se establezcan políticas proteccionistas, al mismo tiempo que luchaban por mantener el control de la fuerza de trabajo, en un momento en que gran cantidad de campesinos serranos, huyendo de la sujeción a la hacienda, emigraban hacia el litoral a enrolarse como fuerza de trabajo en las plantaciones cacaoteras.
  En estas condiciones, el progresismo favoreció la adecuación de la estructura económica del país a las exigencias de la economía agroexportadora costeña, demandadas no sólo por los élites del litoral, vinculadas a esa actividad, sino por los grandes centros de comercio internacional. En este sentido, el capital inglés, que a lo largo del siglo XIX controló gran parte del comercio exterior ecuatoriano, jugó un papel fundamental. Y es que las empresas financieras inglesas, que se relacionaron con cosas comerciales de Guayaquil, convirtiéndose en agentes intermediarios a través de los cuales se revendía el cacao a los diferentes mercados europeos, obtenían el cacao a los diferentes mercados europeos, obtenían lucrativos beneficios por el concepto de la reventa del producto. El capital inglés estaba entones muy empeñado en que se crearan las condiciones nacionales apropiadas para el desarrollo de esta lucrativa actividad que no sólo reclamaba que los propietarios de las grandes haciendas cacaoteras aumentaron la oferta de productos, frente a la demanda internacional, sino que se creara una estructura vial, comercial y bancaria que facilitara dicho intercambio con el exterior.
  Así, frente a las nuevas condiciones económicas nacionales e internacionales, y presionado por el capital inglés, los gobiernos progresistas pusieron en marcha una política económica aperturista y librecambista, que se concretó durante el gobierno de Flores, en la supresión de diezmo, el arreglo de la deuda externa y los contratos del ferrocarril, medidas que no satisficieron los intereses de los terratenientes serranos ni de la Iglesia, que se ubicaron en la oposición, en su afán por detener un proceso que bajo las condiciones nacionales e internacionales imperantes no podía dar marcha atrás.
  El progresismo: aspecto ideológico
Ahora bien, si en el aspecto económica el Ecuador orientó fundamentalmente su economía al comercio internacional, en el aspecto político esta fue una fase de consolidación de tendencias ideológicas fundamentales, cuyos antecedentes están relacionados con el proyecto cuyos antecedentes están relacionados con el proyecto de la derecha, y en reacción a su aplicación, la definición ideológica de los sectores de oposición (Ayala: 1978:151). En el marco de este proceso, en 1883, los conservadores se organizaron bajo la Sociedad Católica Republicana, y, en 1895, bajo el Partido Conservador Ecuatoriano. Por su parte, los liberales fundaron el Partido Liberal (1889) y los progresistas la Unión Republicana (1889). Entre los conservadores y los liberales radicales, grupos políticos inconciliables, estaban ubicados los progresistas, cuyo objetivo fundamental se planteó en términos de reducir la influencia política ideológica de la Iglesia, aunque, a diferencia de los liberales radicales, se oponían al principio de la total separación entre el poder civil y eclesiástico. En este sentido, la oposición a la supresión del diezmo no obedeció a exclusivas razones de orden económico; detrás de esta medida la Iglesia y los conservadores vieron con preocupación que se les estaba quitando el control sobre instancias de poder como la salud y la beneficencia, sobre las que el diezmo les daba la posibilidad de actuar. Como vimos, fueron los progresistas los que llevaron sucesivamente al poder a Caamaño, Flores y Cordero, quienes se declararon manifiestamente miembros de esta agrupación política.
  Una vez en el poder los progresistas intentaron distanciarse del unitarismo y del centralismo a ultranza promovido por el garcianismo. Fieles a su centrismo ideológico, optaron por una fórmula media, mediante la cual dieron al Ejecutivo amplias facultades sobre la provincia, aunque constitucionalmente limitaron la autoridad presidencial (Maiguashca: 1994:365). En el caso de Flores, ese unitarismo intermedio le llevó en diversas ocasiones a amenizar al Congreso con su renuncia, sino se le permitía poner en práctica su programa económico modernizante.
  Durante la dictadura militar de Veintimilla las ideas unitarias prevalecieron, ya que pese a que desde el orden constitucional se intentó descentralizar las funciones del Estado, bajo las circunstancias políticas dictatoriales impuestos por el General, ese nuevo orden no fue respetado, y por lo tanto cualquier nuevo empeño legal tendente a la descentralización institucional que el Estado garciano logró establecer, en la práctica, no tuvo ningún resultado (Maiguashca: 1994:365).
  El progresismo, que como vimos creó condiciones internas favorables hacia la inserción del Ecuador a la economía mundial, impulsó el surgimiento de nuevos sectores económicos y sociales ­la burguesía comercial y bancaria de Guayaquil­ quienes, opuestos a las ideas de los conservadores, y bajo las nuevas condiciones económicas, requerían que en el país se den cambios estructurales económicos e ideológicos más profundos. Bajo su auspicio entonces estalló la Revolución Liberal que llevó al poder a Eloy Alfaro. De esta manera, el Progresismo había también creado las bases para que se produzca la gran transformación liberal.
 
Los linderos de la propiedad agraria
En 1890, el grupo de terrateniente en el litoral era pequeño, interrelacionado: ésto se encuentra ilustrado por la manera casual en que los linderos eran descritos en los testamentos, transferenciales de propiedades y papeles hipotecarios. El propietario conocía donde terminaban sus tierras. Su vecino también. Tiempo atrás, una señal de madera incorruptible había, por supuesto, ningún sistema de agrimensión a través de líneas determinadas astronómicamente. Cada uno de las haciendas tenían su nombre. El propietario conocía y respetaba a su vecino y era suficiente citar el nombre de su vecino o el nombre de su hacienda en documentos legales. El nombre de la hacienda, una vez registrado, se volvía parte de la descripción oficial de la tierra. El solo uso del nombre de la hacienda servía como protección contra la intrusión de pequeños agricultores en sus inmediaciones. El intruso podía esperar que, al concluir una ocupación pacífica de 30 años, se le puede reclamar al Juez de Propiedad que pronuncie un juicio a su favor. Pero, para empezar, los límites de las haciendas eran imprecisos en los documentos públicos y no bien delimitados con relación a las tierras del gobierno. Por eso era difícil para un forastero, alguien ajeno a la "sociedad", probar donde terminaron los límites de la vieja hacienda y donde comienzan los terrenos baldíos.

Tomado de Lois Crawford de Roberts, el Ecuador en la época cacaotera, Editorial Universitaria, 1980, Quito pag. 30
 Orientaciones bibliográficas
  Para la comprensión de los procesos económicos vinculados al auge cacaotero consúltese a:
CHIRIBOGA, Manuel, Jornaleros y gran propietarios en 153 años de exportación cacaoteros (1790-1925), Consejo Provincial de Pichincha, Quito, 1980.
CRAWFORD DE ROBERTS, Lois El Ecuador en la época cacaotera, Editorial Universitaria, Quito, 1980.
LOYOLA, David y Jorge Fernández, La economía ecuatoriana en la fase cacaotera, Cuenca, Idis, 1977.
GUERRERO, Andrés, Los Oligarcas del cacao, Ed. El Conejo, Quito, 1980.
ACOSTA, Alberto, Breve historia económica del Ecuador, Quito, Corporación Editora Nacional, 1988.
 
Sobre el Garcianismo consúltese a los siguientes autores:
DEMELAS, Marie-Danille Demelas e Ives Saint-Gours, Jerusalén y Babilonia. Religión y políticas en el Ecuador 1780-1880, Corporación Editora Nacional, Instituto Francés de Estudios Andinos, Quito, 1988.
AYALA MORTA, Enrique y Rafael Cordero Aguilera, "El periodo garciano: panorama histórico (1860-1875)", en Enrique Ayala Mora, Ed., Nueva Historia del Ecuador, Vol. 7, Corporación Editora Nacional / Grijalbo, Quito, 1990, pp. 197-230.
AYALA MORA, Enrique, "Gabriel García Moreno y la Gestión del Estado Nacional en el Ecuador", Cultura Revista del Banco Central del Ecuador, No. 10, Quito, 1981.
ROBALINO DAVILA, Luis, Orígenes del Ecuador de Hoy, García Moreno, Puebla, Ed. Cajica, México, 1967.
 
Sobre la cuestión regional consúltese a:
MAIGUASHCA, Juan, "La cuestión regional en la historia ecuatoriana (1830-1972)" en Enrique Ayala Mora, Ed. Nueva Historia del Ecuador, Vol. 12, Corporación Editora Nacional / Grijalbo, Quito, 1990, 175-226.
MAIGUASHCA, Juan Ed., Historia y Región en el Ecuador 1830-1930, Corporación Editora Nacional-Flasco, Quito, 1994.
 
Sobre la etapa progresista consúltese a:
ORTIZ CRESPO, Crespo, Gonzalo, La incorporación del Ecuador al mercado mundial: la coyuntura socioeconómica 1875-1895, Banco Central del Ecuador, Quito, 1978.
-------------------, "Panorama Histórico del período 1875-1895", en Enrique Ayala Mora, Ed., Nueva Historia del Ecuador, Vol. 7, Corporación Editora Nacional / Grijalbo, Quito, 1990, pp. 237-270.
 

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